Tengo dos vicios absolutamente confesables: uno, es dar patadas a las castañas pilongas en otoño y seguir con la vista los increíbles saltos mudos que dan, el otro vicio es mirar como trabajan los caricaturistas de la Plaza Mayor partiendo a lo mejor de un ojo del modelo que realizan con precisión y
sin líneas de boceto llegando al arte final desde el papel en blanco y luego el resto de la expresión y todo el personaje como si fueran "plotteres" humanos.
Lo mejor es la ilusión que se genera en los acompañantes del retratado.
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