Con el cierre echado este bar
escruta uno a uno a los viadantes de la zona y a capturadores de imágenes como el que suscribe que caemos hechizados por su irresistible atractivo. Bravo por el audaz empresario que ha optado por combatir al espontáneo grafitero (de habitual dudoso gusto), con este trabajo de encargo de factura incontestable.
que realista los ojitos, parece que te miran
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