Asomo la cabeza a la entrada de un sofisticado y ocurísimo hotel ultramoderno en Lavapiés y me encuentro este siniestro (juicio de valor)
"hello". Entiendo que la intención de los decoradores es buena pero a mi este servicio que sale a recibir me genera
"duda razonable" sobre si yo mismo estoy muerto o vivo como Nicole Kidman en "Los Otros"
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