Paso por delante del elefante de la Caixa, la última vez que le retraté el estrado estaba en mantillas, me paro a hacer una foto a mayor gloria del santo en su peana acabada, pero más que el elefante, me roba la atención
la fumadora que le observa y le echa el humo como cuando en las pelis insuflan vida a algo colándole un alma por la boca o el oído.
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