Cuando salgo hacia Miraflores por la Castellana hay un
anuncio de Calsberg que siempre que lo veo, al modo de Don Quijote con los molinos y los gigantes, la botella se transforma en cuerpo de mujer, los pulgares de las manazas hacen de hombros (bastante rotundos, por cierto) y el texto reclama
sólo una cabeza (en vez de cerveza) que
merece esta botella.
¡Juro que no voy fumado a montar en bici!
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