lunes, 9 de agosto de 2010

Con la comezón del que está de pellas camino nervioso por la sartén, por la calle, alzo la vista con el reflejo del que se siente observado y ¡coñes qué susto!, la muñecaja asomada al balcón a modo de pregón de verbena. Es una auténtica muñeca Famosa, como las que traían a la Oficina de Patentes en que trabajé hace años para registrar el modelo. En el sótano de aquella casa había una espeluznante montaña de brazos, cuerpos, piernas y cabezas trepanadas con los artilugios mecánicos que los hacía moverse y gesticular y que traían al ingeniero para la descripción de la memoria. A veces dabas un meneo a boleo y una voz siniestra decía "te quiero mucho mamá"

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