Subiendo al Albayzin (al que voy y del que vengo cada vez más a menudo), me encontré estas siluetas que, pese a mi oposición manifiesta contra los grafiteros que ilustran sobre superficies ajenas y sin permiso, me gustaron y me siguen gustando por su movimiento y frescura. Si en su día se indultó a Barrabás, ¿por qué no?, esta vez indultaremos al grafitigamberro con ínfulas de poeta.
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