¡Menudos brackets le han plantado a la fachada de la estación de Atocha!, pues de un año de tratamiento no baja; bueno, es el precio de una sonrisa hollywoodiense. El turista que venga a hacerse la foto allí, es como el que baja al camerino de la corista y la encuentra con la macarilla de puré de rábanos en toda la jeta.
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