Sé lo mismo de setas que de motos, pero yendo por la calle con la habitual empanada mental, distingo entre todo el lío de tráfico y sin mirar, el inconfundible quejido de una moto Sanglas... Y pensar que el primo Miguel se compraba unas cuantas Sanglas muertas en las subastas de la Guardia Civil, se componía una a modo de Moto de Frankestein, y se piraba hasta París
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