Cuando veo un chiste que no entiendo pero creo que lo es por lo bien ejecutado que está, me queda la sensación de que mientras le busco el sentido y no lo encuentro, yo mismo me voy transformando en un pensativo chimpancé como el de la pared. Finalmente me doy por vencido y creo que el primate estampado no tiene más relación con el entorno que su valor decorativo.
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